top of page
pexels-johannes-plenio-1118861_edited.png

DESCUBRIR LO MÍO

T1 Drogas.SC.jpg
T1 V.SanCris.jpg
T1 D.mio.jpg
T1 D.mio.jpg
T1 D.mio.jpg

 “¿Qué es lo tuyo en la vida?”. No poder responder esta típica duda existencial me hostigó desde que la plantearon mi papá de niño y mis profesores universitarios, hasta que mi carnal Aleks me cambió la perspectiva: “¿Y no será que lo tuyo es seguir buscando?”. ¡Tremendo alivio! Aunque tardé otros 20 años en aclararlo, al dejar de preocuparme en ello comenzaron a acomodarse expectativas y conceptos medio enredados en mis procesos de aprendizaje.

Mi compa soltó la pregunta cuando volví de SanCris y el desierto a compartir su depa en la CdMX, en una plática borracha sobre las cosas que queríamos hacer como comunicólogos frente a los nuevos intereses surgidos en mis viajes -en amplio sentido-. Apenas tenía mi primer trabajo en la ciudad y su propuesta de asumirme “en búsqueda”, como presagio de un destino laboral, me facilitó cambiar de empleos entre distintos medios de difusión.

A este post le dan contexto varios otros, porque justo me salí de viaje para descubrir lo mío y eso involucra desde la introducción a esta Temporada, hasta dos textos recientes sobre los procesos de ubicar el camino entre mis emociones y encontrar vivienda al saber habitar mis espacios. Siempre tuve la maña de hacer experimentos para trabajar conmigo, explorando límites o curiosidades, e incluso este blog es una forma de integrar todo a una vocación de vida.

De niño quería ser comediante o astrónomo -no astronauta-. Mi mamá creía en cierto tipo de potencial místico para mi futuro, aunque en mi adolescencia insistió en desprenderme de su proyección maternal influida por el NewAge de los años sesenta. Más práctico, papá me pedía distinguir entre eso que quería “hacer” y el “ser de grande”, pero quizá por no entender la diferencia continué probando nuevas actividades (artes, deportes, hobbies) y facetas de personalidad (nerd-fresa-metalero-hippie).

“Seguir buscando” como dijo Aleks, me sugiere que, si acaso existe un destino, igual está la opción de no elegirlo; también da mayor sentido a algunas ideas que antes me sonaron vacías, confusas o cursis (Sé tú mismo, Desarrolla tu potencial, Sigue tu corazón); y, sobre todo, es uno de los grandes indicios para definir mi esencia, junto con otros ofrecidos por mi familia y muy cercanas amistades.

En especial, por mi carnalita Mayramorfosis quien notó esa onda del cambio en el fuego de mi signo zodiacal. Por elección, no por destino, encontré en San Cristóbal el tesoro de reinventarme entre su magia y su gente. Confronté mi carga sicológica (miedos, máscaras, patrones) al dejarme fluir de forma más auténtica frente a lo externo; y aunque conocí el sentido de pertenencia con mi grupo de hermanos en la prepa, allá aprendí cuánto se puede reconocer uno mismo a través de los demás.

Antes de hallar mi ambiente entre la banda, SanCrisis me puso a prueba con dos acercamientos a la comunidad coleta, tradicionalmente cerrada al fuereño y por las cuales sigo muy agradecido. Los hijos del dueño de la radio me invitaron a una peda con la élite de la juventud local, en una elegante cabaña del bosque, donde apenas recuerdo haberla pasado bien y la sensación de aburrir a todo el mundo con mis rollos.

Otros compas de la estación me llevaron a echar trago y botanas con “una su amiga” que nos atendía y acompañaba el desmadre en la mesa de su comedor. Había cierta coquetería en el trato de la doñita y algo curioso en las chavas que de vez en cuando salían de sus cuartos al baño. Ahora supongo que se trataba de una casa de citas y quizá, de haber aceptado la tercera invitación, me hubieran ofrecido el clandestino servicio.

Poco después, Mayra y Chon me condujeron al bar Madre Tierra y a una comunidad con la cual pasé la temporada más alegre de mi vida. Para descubrir lo propio, es importante ubicar motivos de felicidad. En mi caso, jugar en las olas del mar, la naturaleza dosificada o en relativo confort, poder servir cuando se necesita, las culturas de mi tierra, la buena compañía, la música y mis viajes -en amplio sentido-. Creo que venimos a este mundo a aprender, sólo tardé en darme cuenta de no excluir por simplón el consejo de Ser feliz.

Pero sigo sin responder a ¿Qué es lo tuyo en la vida? Y quizá el Aleks, editor y amigo, se ría al saberme aún en un desmadre de búsqueda. Gracias al alivio de asumirlo en mi esencia, ahora sé que “lo mío-lo mío” es evolucionar en mi vocación de servicio a los demás, a través de un aprendizaje en constante disfrute para integrar mis dispersos campos de interés (comunicación, salud alternativa y pensamiento místico). Aunque tengo ideas muy vagas de cómo lograrlo, ayuda encontrar sentido en esos conceptos fresones como Forja tu propio destino.

bottom of page