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TRES SENTIDOS

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¿Y tú qué onda, pinche Gonzo?

Siempre he vivido a la mitad de dos mundos. Quizá de ahí mi inclinación a buscarle tres sentidos a las cosas y a encontrar trinidades en situaciones cotidianas. Abro este blog para compartirte esa jiribilla que me gusta descubrir en mi experiencia.

Pasé la década de mis treinta años dedicado a los medios de comunicación, y mis cuarenta, a la sanación… la propia y como nuevo giro laboral. Por eso quiero empezar mis cincuentas haciendo epítome de mis vivencias, y en verdad, espero poder narrarlo sabroso y sin mamonerías como el término epítome.

Se trata de tres temporadas en mi vida. Ojo, no son capítulos consecutivos como serie de Netflix, sino estancias de un año que pasé en San Cristóbal de las Casas, El Potrero de Real de Catorce y Huautla de Jiménez; las dos primeras al terminar la Universidad y la otra, mucho después, en el contexto de aprender medicina tradicional... aunque eso sí, cada dos jueves sale un post.

Cada Temporada cuenta una historia, resumida en su introducción (valle, desierto y montaña) y junto a ella en botones laterales, sus seis primeras publicaciones narran los aspectos más generales. Cada una con sus enredos, personajes y estupideces de mi vida real, que pongo en letras para encontrarles un nuevo sentido y acomodarlas en ese contexto de aprendizaje personal que, en el mejor caso, de algo te podría servir.


Voy a contarte de mis Maestros -en adelante solo “M.”- que me han ayudado a transformar y expandir mi mente para equilibrarla con mis emociones. Me refiero a maestros de vida (Aurora, Hugo, Mauricio…) tanto como a otros más sutiles, y muy en particular, aquellos cuya existencia está ligada al consumo de las llamadas plantas mágicas o de poder.


Este blog no es una apología de las drogas, sino testimonio de un cambio en su perspectiva: del prejuicio temeroso, al uso lúdico irreverente, hasta llegar a entenderlas como medicina para cuerpo, emociones y mente. Tres Sentidos, pues. Y sí, también es una explicación medio hipiosa del espíritu ilustrativo que descubrí en sus visiones -de esas que han sido origen del pensamiento místico y religioso de la humanidad-. Por eso les llamo Maestros a…

 

  • La hierba cannabis: también mariguana, mota, yerba y miles de nombres más, pero que con respeto, llamo M. Ganja o Santa María

  • El cacto peyote: del náhuatl peyotl, o Híkuri para la nación Wixárika (se dice “güirrárika”, para los mal llamados huicholes).

  • Los hongos psilocibios: conocidos como Santitos y Niños santos, en náhuatl teonanácatl -carne de los dioses- o, en mazateco, Ndi xitjo -pequeños que brotan-.

Este blog tampoco es una bitácora de viajes. El trabajo con los enteógenos, tanto como el de escribir sobre sus resultados, tienen el objetivo primordial de auto observarme bajo una postura que surge de la mística filosofía de mi M. y amigo Uru Nematzika: “El pedo, soy yo” (que, según él, yo debería estar editando como libro).


Con estas letras asumo la responsabilidad de mis decisiones y de sus circunstancias, porque al dejar la inocencia de culpar a lo externo todo encaja mejor como contexto. Y por lo mismo, intentaré siempre distinguir entre la realidad de esos estados de conciencia y el sentido común en lo cotidiano, pero no escondo la influencia que han tenido en lo que creo y en lo que sé. Una visión totalmente subjetiva y algo alucinada de la vida… ¡Qué más Gonzo que eso!


Voy a buscarle un tercer sentido a mi experiencia, con la actitud de integrar los extremos que me descubra. Escribirlo, entonces, tiene a su vez un sentido interno (analizarme), uno externo (balconearme) y un tercero que, en el mejor de los casos, vendrá de ti. Comparto lo aprendido, para quien implique una luz y para responder a quienes luego de años sin saber de mí, preguntan con intriga de la buena… ¿Y tú qué onda, pinche Gonzo?

“A los elementos, mis Maestros y ancestros”

 A mi hermana Sofía: un impulso elemental durante mi camino, una fuente de alternativas a nuestra enseñanza en común y digna depositaria de la magia que heredamos.
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