top of page
pexels-eberhard-grossgasteiger-673020_edited.jpg

LA SIERRA MAZATECA

PSICONAUTA-ok-02.jpg

En este lugar, la gente saluda diciendo Nda li y lo traduce como “hola”, pero según mi M. Hugo no es un saludo, sino una reverencia que literalmente significa “Buena luz”. Si la reconocen en el otro o la desean como protocolo, igual me parece una invocación importante viniendo de un pueblo con un enorme poder en su palabra.

Veo mi relación con Huautla en tres sentidos: lo que le proyectaba al ir, la experiencia que me dio y su energía propia, los cuales en esta temporada giran en torno a la comunicación. De eso trata este post, pero abre un montón de temas para irte contando en adelante.

Lo primero, pues, fue mi intención. Yo me fui a viajar en hongos, para profundizar mi proceso sicológico y aprender un poquito de medicina tradicional. Así, sin pretensiones chamánicas ni la inocencia mesiánica que me llevó al desierto. Me lo proyecté como un sitio apacible para conectar conmigo y con una vibra que me inquietaba desde antes, aunque es poco atractiva como ciudad.

Lo es, desde cerca del 1,000 d.C.; centro del señorío mazateco de la parte alta, que a diferencia de los pueblos de sierra abajo se pudo resguardar mejor ante los conquistadores -chichimecas, españoles e industriales-. El término mazateco los relaciona con el venado; a sí mismos, se llaman Ha shuta enima, en referencia a “gente que trabaja el monte, de palabra humilde”; y los de Huautla, son del “lugar de las águilas”, lo cual me sugiere algo sobre su carácter y cómo conservaron sus costumbres.

Mi experiencia aquí, supongo, lleva el efecto de este entorno. Por eso, te iré contando desde cómo descubrí que no es en nada apacible hasta cuando esa vibra en vez de inquietar, me invitó a salir. Sobre malos entendidos que me complicaron la vivienda y otros buenos que trajeron regalos para aligerar mi vida; y de encuentros con cristianos, un ex satanista, extranjeros, sanadoras e indigentes, por el mosaico de perspectivas alrededor de Huautla y los honguitos.

En particular, te contaré de mi M. Aurora, curandera centenaria que, sin entendernos en el idioma, me enseñó más de un poquito sobre su medicina; y en general, mencionaré cómo estas fronteras culturales y del lenguaje me remiten a un verano de mochilero en Europa (viaje Espejo de esta Temporada).

Pero ahora, termino con la idea de la energía propia de la zona, y por qué para mí, otorga a su pueblo un peculiar poder de comunicación. Su idioma es tonal -las palabras significan algo diferente según se pronuncian- y debido a sus variantes, ciertas cosas no se entienden en lados opuestos de un cerro. Quizá por eso, desarrollaron códigos de silbidos para poder conversar a la distancia.

Mis intentos vagos por aprenderlo (el mazateco, no los chiflidos), fueron revisar libros de primaria y cambiar unas clases por otras de inglés; pero acepté que mi propósito no era profundizar en la tradición sino en mi propia manera de asimilarla, y preferí pagar por hora a quienes me ayudaron a traducir.

De ellas y todos, percibí cómo se integran la magia y el mito a su visión religiosa y urbana, porque les encanta hablar de la vida en su tierra… y la de los demás. El chisme del pueblo chico, alcanza un nivel superior en esta elevada ciudad. En verdad se creen lo que se dice de otros; a mí, dos veces me preguntaron por mi esposa, luego de haber platicado en la calle con distintas chicas locales.

Cada vez que vi trabajar a una chjotá chinej -“persona de sabiduría” o curandera (conocí pocos hombres)-, el diagnóstico del daño incluyó un mal aire, la expresión de envidia, palabra de mala fe; y todas enfatizaron en no decir nada sobre sus artes, porque pueden ser usadas en su contra, lo cual sí es común en el gremio.

El llamado a ser discreto reflejó mi tendencia a la comunicación imprudente. Así influyó en mí, cada elemento de esa energía que da personalidad al lugar y me hace imaginar en su gente de habla humilde un susurro de resistencia al invasor, que en su mirada de águila cargan una curiosidad de venado, y que en la voz -o el silbido-, saben proyectar su intención a través de las montañas.

Se me ocurre que podrían despedirse diciendo Nda en'n para ofrecer “buena palabra, hablar bien”. Yo, para hacerlo al escribir, desde hace tiempo uso el término “Salud”; y ahora, cuando me pongo espirituoso al cerrar un texto, acompaño esa invocación deseando para quien me lee…

¡Salud y Luz!

Sunrise over Mountains
T3 S.Mazateca2.JPG
DET 5 Pinta.Maz 2.jpeg
Screenshot 2024-03-12 at 4.43.11 p.m..JPG
bottom of page