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MI MAESTRO URU

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Si cuando el alumno está listo el Maestro (M.) aparece, debo haber sido algo terco para necesitar la guía de cuatro: Mauricio, Uru, Aurora y Hugo. En casi una década me han enseñado a explorar mis patrones elementales, dar rumbo al conocimiento y disfrutar el aprendizaje de la vida… y usar plantas de poder es sólo uno de sus métodos.

El M. Uru Nematzika recibió su nombre de la nación Wixárika, aunque el rabino le puso Rafael. Para mí, su enseñanza es de elemento aire por simbolizar lo mental, su rumbo en mi camino es de conocimiento, su método es una responsabilidad integral en la vida, y su planta es el híkuri, por el sólido compromiso con esta cultura y la evolución de la consciencia humana.

Es un hombre alto y delgado, de aspecto firme y aun así afectivo, con un gesto que adquiere la risa del niño tan fácil como la autoridad del anciano. Su palabra flota en meditación, se arremolina en la anécdota o sacude en tempestad. Es de carácter fuerte y bondadoso, de humor crítico y dispuesto, de trato servicial e involucrado. Yo lo relaciono con aire por ayudarme a comprender el vuelo de mi mente, y así, darle un respiro a mi corazón.

Su grupo de estudios se define como hermandad bajo el acrónimo Hermondor y también es Maître de la Orden en la masonería blanca. Su aprendizaje integral inició como fiestero y se profundizó siendo discípulo de primera generación en la Gran Fraternidad Universal (GFU). Es abogado, acupunturista, estudioso asiduo y practicante de elevada magia blanca, en cuanto que integra la luz de los siete caminos del conocimiento -ejemplos, el rojo de las tradiciones autóctonas o el verde en materia de salud-.

Desde 2012 asisto a sus ceremonias con enteógenos y sesiones de integración grupal. El ritual de velación es oficiado por un guía tradicional de la planta, y durante casi todo el día siguiente, Uru realiza la Nefeshterapia -del hebreo para “alma”-; un intenso trabajo con cada participante, resultado de sus estudios esotéricos y psicológicos. En el marco del boom ritualístico y de los nuevos tratamientos con psicodélicos, aquí encontré la experiencia más auténtica de transformación y crecimiento de la personalidad… y no cobra por ello.

Es la parte práctica de su enseñanza, dirigida a elevar la consciencia interior al servicio de la fraternidad universal. Esto es que, al hacerme responsable de corregir mis vicios de carácter, no sólo me libero de ellos sino a otros de mis pendejadas, y esa sensatez escala hacia un bien mayor. El blog mismo pretende aplicar este objetivo, como lo dije desde su inicio y al respecto de mi tardía maduración, bajo su máxima filosófica “El pedo, soy yo”.

En varios posts reconozco a mi broder Uru por esto y mucho de lo aprendido en sus clases; como una de interpretación de sueños bajo la visión de la Kabbalah, u otra sobre la influencia mística y psicológica de la genealogía. Además, tienen en común con mi educación familiar, ser de esas sesiones de estudio que duran horas y meses para profundizar cada tema y la noción de compromiso con el conocimiento. Pero en esa afinidad, también descubrí reflejos de una rebeldía instintiva a la disciplina formal de mi papá.

Recuerdo, tipo examen de posgrado, cuando me encargó una sanación con honguitos para un caso crónico depresivo. Mi habitual nerviosismo por quedar bien ante la autoridad, se ventiló desde el inicio con su aire natural de respeto a mi camino y confianza en cual fuese el resultado. Sólo quedaba concentrarme en nuestro paciente (¡Le fue súper!), así como asumir su validación contra los miedos en mi desempeño.

Mi padre dice que hacer las cosas a medias es hacerlas dos veces. Ese primer contacto con mi responsabilidad en las formas, lo mal entendí en parte bajo un perfeccionismo obseso. Con un reflejo más claro en mente, sigo aprendiendo del M. Uru -flecha, dirección- a canalizar mi pensamiento con mayor seguridad en mis procesos, a trabajar mi figura paterna analizando mis proyecciones, y agradecer siempre a mis orígenes por darme vida, cultura y esta oportunidad de madurar mi consciencia.

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