SANCRIS, PUEBLO CON MAGIA
Algo tiene San Cristóbal que fascina o repele, que apacigua y enciende, aunque al parecer transforma siempre. Más allá de una visita turística, creo que la energía del sitio suele poner a prueba a los inmigrantes con sus cargas o carencias, y sólo se queda más tiempo quien acepta vivirlas entre ciclos cotidianos de extremos enfrentados.
Apenas sabía de este lugar por el levantamiento zapatista en 1994 y porque un buen amigo sugirió que aquí sería más feliz que en Tuxtla, por lo cual no proyecté ninguna intención a la experiencia que me daría… claro, de manera consciente, porque mis cargas por soltar y mis carencias por cumplir llamaron la atención de sus espíritus.
Mi plan de quedarme unos cuatro meses, como en Cancún y Mérida, se dirigió hacia Oaxaca luego de unas semanas complicadas, pero antes, decidí darme unas más para vivir el encanto de la ciudad. Días después encontré departamento, luego trabajo en la radio y la certeza de haber recibido un regalito para animarme a seguir en su curva de adaptación.
No fui el único. Mi amiga Laia vino desde España a pasar diversas pruebas sociales, tanto universitarias como culturales, que terminaron por llevarle a un encuentro consigo misma. Para Mayramorfosis, la prueba estuvo en la determinación por dejar sus entornos, el habitual en familia y uno muy nocivo al que llegó aquí, pero eso la llevó a conocer a Laia y Nicole e irse a rentar juntas en la comunidad rosa.
Los ciclos de San Crisis son gravitatorios, atraen gente y movimiento. Los conquistadores fundaron la ciudad y se rodearon de sus aliados, formando barrios como el de mexicanos y tlaxcaltecas; y en la década de los noventa, el centro seguía ocupado por las élites, mientras nuevas colonias de etnias chamulas desplazadas circundaban y abastecían a la zona urbana… y resulta que el zapatismo no fue la primera guerrilla en aprovechar este poder de atracción.
Aún se mueven pasiones por allá, y eso también podría involucrar a sus espíritus. Para Mayra, en el lugar hay entidades que juegan con las personas y deciden intervenir según lo que hayan o no hecho de sus vidas, y en sus tramas, a algunas las atrapan y a otras las sueltan cuando aprenden algo sobre el paquete psicológico que llegaron cargando.
En su caso, siente que tejieron los hilos para hacerla salir años después y luego convencerla de volver, para quedarse al fin con su pareja de vida. Y yo con otro paquete, pero en el mismo ciclo de encuentros y reconciliaciones, caí en sus alegres juegos y repetí patrones de mis carencias afectivas hasta darme cuenta de ellas. Me gusta pensar que entonces me abrieron la opción de irme al desierto, lo cual resultó como una purga en celibato.
Vaya, la cosa no es tan sobrenatural como para andar viendo duendes en las calles, aunque en verdad hay una vibra que se hace notar. A mí me fue súper difícil dejar SanCris, y a quien atrapa lo hace en serio. Conocí varias personas que vinieron por unos días y llevaban meses, otras cuatro sólo volvieron a casa por sus cosas, y a mi amigo el Mago, quien nunca volvió a salir excepto por una vez a Tuxtla.
Yo apenas visité algunas comunidades y nunca fui a la selva lacandona, sin embargo, se tejieron hilos para hacer mi primer viaje de hongos en una quinta de camino a Chamula, donde se dice que vivía por temporadas la esposa de un ingeniero de sonido de Bob Dylan y quien sí paseó por las calles a “espíritus elementales” como Santana, Morrison y varios más.
Creo en la posibilidad de entidades tipo duendes -por qué no-, pero no hace falta para saber de cierto que es un pueblo con magia, mucho más allá de la insignia turística que terminó en un reguero de corrupción. Y ya sea si lo visitas o te quedas un rato, tampoco se necesita ser muy sensible a su energía para aprovechar su poder transformador que ayuda con sus pruebas a superar ciclos, cargas, carencias y extremos enfrentados.
