top of page
pexels-johannes-plenio-1118861_edited.png

EL TESORO DE JOVEL

T1 TesoroJovel banda.jpeg
T1 TesoroJovel banda.jpeg

El valle de Jovel, hoy abarrotado por San Cristóbal, me simboliza ese mismo remanso territorial entre mis cordilleras juveniles. Si uno de los grandes tesoros en la vida es comprenderse a uno mismo para estar en paz, en esta temporada descubro el potencial que hay en la búsqueda de algo más propio y auténtico.

O sea que encontré un tesoro, pero tardé dos décadas en entender qué carajo hacer con él. 

En sí, la vida en SanCris es una joya temática para otro blog, y no uno turístico sino sicológico. ¡Qué ciudad! Por lo pronto aquí, te comparto apenas “un su reflejo” en mis ojos (así dicen), desde donde está tan llena de magia como de locos, de sosiego y desmadre, de extremos enfrentados, así como de encuentros y reconciliaciones, por lo que la banda le llama con cariño “San Crisis”.

Encajé perfecto. Entre las crestas y depresiones del inicio de mi vida independiente, llegué cargando mi buen paquete sicológico y sufrí una difícil curva de adaptación, al parecer muy común entre los fuereños que invadimos este valle de forma histórica. “El lugar te prueba”, decíamos; pero ese periodo, era apenas la entrada a todo un entorno que puede poner bajo evaluación el paquete que acarreamos todos.

El mío, en buena parte, se trataba de estupidez emocional y miedo al compromiso. Poco antes, mi imprudencia hirió a dos amigos por unas chicas, así como a otras chicas por la poca claridad en mis intenciones, y además atravesaba por un intento frustrado de formalizar un noviazgo en Monterrey; así que, al llegar aquí, me resultó fácil repetir los patrones que mi ego ya conocía del verano que pasé en San Miguel de Allende (viaje Espejo de esta Temporada).

Es bueno encontrar un tesoro; es un pedo saber hacer buen uso de él. Pero ya sea si se invierte o se cambia por baratijas, la cosa es nunca volver a enterrarlo. Por eso, te quiero revelar la magia de este lugar que, al sentirlo tan propio, me permitió confrontar las carencias que desbarrancaron mis relaciones, desde la liberadora planicie de ser más claro en lo que buscaba de ellas.

Mi juego de máscaras aprendidas, incluido en todo paquete sicológico, se volvió obsoleto frente a esas nuevas relaciones más afines y despreocupadas. Claro, me aprehendí otras, pero con la diferencia de que pude ubicar mejor las que ocultaban de las que daban brillo a mi personalidad.

San Crisis renovó la confianza en mí mismo; calmó mi mente desde el tema laboral y me limpió de emociones al reinventarme entre su gente. Y por eso, también te quiero contar de esos personajes cuyas vidas son joyas literarias como las del Mago y Chon, Mayramorfosis y la comunidad rosa, artesanos pachecos, reporteros de guerra, bases zapatistas, europeos indigenistas, coletos progresistas, presuntos espías del CISEN y hasta “un mi ahijado” chamula.

De no ser por quienes me condujeron y recibieron ahí, mi vida sería muy diferente ahora, ¡como de haberme ido a Monterrey! Gracias a ellos comprendí el poder que hay en asumirse para compartir, en darse a otros sin los obstáculos conductuales que pretenden protegernos, y en buscar experiencias auténticas que pueda reinvertir en mí y en una contribución a mis tiempos.

El tesoro que encontré en el valle de Jovel fue un cofre de personas brillantes. Y su reflejo en mí, amerita una mirada especial en esta temporada. Porque en ellas me enseñé a mostrar mis carencias y así me abrazaron, porque ante mis abruptas serranías conductuales igual me corrigieron, porque aun cuando no nos vemos todavía estamos, y su ausencia me recuerda cuánto amo a quienes tengo cerca… a pesar de ser algo solitario y desafanado.

bottom of page