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TRABAJAR EN LOS MEDIOS

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En San Cristóbal decidí que prefiero ser “cabeza de ratón que cola de león” y con el tiempo funcioné mejor en lo contrario. Mi mente joven usó el cliché para aliviar sus expectativas de comunicólogo, sin aplicarlo a sus propios medios de comunicarse ni buscando apoyo en la inteligencia emocional. Me salió buena en la chamba, pero intensa para hacer equipos y asumir el origen de mis formas de meter la pata como burro.

La elección de carrera refleja carencias internas. Con ello retomo el post sobre mi Trabajo en la vida para obviar lo dicho y explicarlo en tres sentidos: el profesional, que aquí refiero como la labor mental de poner dinero en la bolsa; y en otros textos, el personal con las emociones cotidianas y el vocacional que, en mi caso, sintetiza todo y carga de experiencia el alma.

Mi primer trabajo en los medios duró cuatro meses en una agencia promocional en Mérida y luego entré a la XEWM de SanCris haciendo reportajes que se volvieron muy populares. De ahí salió el cliché; de mi volátil concepto del éxito laboral y de sentirme realizado al nivel de una práctica tan reciente, motivo también para envanecerme sin notar los primeros indicios de mis conflictos de oficina.

Hice una buena campaña para un restaurante a cambio de comidas corridas y otra de pinturas que cobré mejor, pero fracasó en impacto; armé un programa de cine con una pareja muy problemática y luego me desentendí de haberlos metido a la radio; renegué de algunas asignaturas y me excedía en la duración de mis cápsulas. Una actitud entre poquitera y huidiza, terca y voluntariosa, siguiendo el símil de bestialidad.

Otro obstáculo fue mi aversión a la tecnología. Volví al aún DF en el año 2000 sin haber entrado a internet ni tener una cuenta de correo; por eso mi mente, en vez de analizar sus modos, se dedicó a ponerse al corriente y en irse adaptando a nuevos puestos en diferentes medios durante la siguiente década, que puedo curricular a partir de tres valiosos amigos y pilares de mi experiencia laboral.

Paco, quien dirigió mi rumbo a San Cristóbal y al regresar me contrató en una revista de cine. Después pasé por dos agencias de publicidad, mientras él creció en el giro editorial; las variadísimas colaboraciones y los contactos que me abrió, fueron mi sustento como redactor creativo freelance entre empleos durante este periodo y el de mi aprendizaje como terapeuta.

Cuaz, mi mejor jefe por el menor tiempo en la agencia creativa in-house de una televisora. Fue ejemplo de profesionalismo, ética, eficiencia y del abuso más infame del corporativismo por su despido. Salí un año después de él porque nunca encajé bien en el grupo; aun así, el área de ventas me contrató por fuera para coordinar su Plan Comercial 2006.

Fedex, armó la primera estación de radio comercial para niños (pública, existió antes Radio RIN) y me hizo productor del mejor proyecto en mi vida. Sólo duró un año, pero se ganó sus premios; yo duré otros dos, pero en un desgaste interno que fue soltando lo bestia hasta dar con la persona equivocada. Fue mi último puesto en oficina y una forma clave de cagarla.

No es mi onda la astrología, pero una interpretación de mi carta natal sugiere por obstáculo en mis relaciones de trabajo la tendencia a una comunicación imprudente. ¡Y todo encaja, valió madre! Mi carrera, la impaciencia por el perfeccionismo, enrollarme para darme a entender, meterme en la chamba ajena por controlar, la confusión generada en el único equipo a mi cargo en la radio… e incluso, en el que me ayuda a armar este blog.

Ambos sentidos del cliché cabeza-cola podrían ser una declaración de mediocridad, así como este post un testimonio de otras épicas metidas de pata. Sin embargo, entiendo que mi mente cambió de giro profesional sin haber escalado en cargos, responsabilidad o fama como en SanCris, con la paz de integrar la terapia alternativa en el desarrollo de un mayor potencial en mi trabajo de vida.

Lamento los conflictos causados a mis pilares y equipos laborales por las carencias que se manifiestan en mi comunicación. Este texto me revela cuánto de la chamba sigue en progreso y cómo trabajar este medio puede ayudar a liberar clichés funcionales y miedos ante mis errores, ahora que mi mente roedora parece más dispuesta a compartir el mando con mi felino emocional.

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