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TRABAJAR SIRVIENDO

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En mi educación mística familiar, una de las consignas para asumir el camino del conocimiento cimbró mi distracción adolescente por su alto sentido de responsabilidad: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Parecía algo único de seres iluminados, pero resulta un paso natural en el despertar de consciencia; ahora veo en la vocación de servicio, la síntesis que siempre busqué en mi Trabajo de vida.

 

Me refiero entre su aspecto profesional para adaptar mi mente a ser comunicador, terapeuta, artesano o mesero, y la labor personal para sanar mis emociones a través de psicólogos, grupos ceremoniales, experimentar mis límites o viajar con enteógenos. En ambos sentidos tuve oportunidad de servir en algo a los demás y me echo aquí un resumen con el mismo fin de integrar sus polaridades.

 

En cuestión de principios, mi papá fue ejemplo de un servidor público con valor humano y una honradez poco tolerada para cargos de nivel superior en gobierno; por otro lado, mi primera vez atendiendo gente fue al repartir cervezas en las comidas universitarias. Esto me lleva a pensar en la mayor elevación de esta labor, frente a la conveniencia o popularidad que pueda traerme.

 

Hay una dicotomía similar entre mis “viajes Espejo”. En Guachochi quise hacer un verdadero Servicio Social con los pueblos rarámuri y en San Miguel de Allende me inicié de mesero para pagarme la estancia y unos cursos de arte. Aquí es donde los extremos se tocan con mis principios, porque siento que puse mi mejor intención en ambos periodos y a la vez me divertí como loco.

 

Al mismo tiempo de titularme di clases en preparatoria. Mi tesis se trató de las maneras de aplicar humor en diferentes discursos, así que también creo haber divertido a mis alumnos mientras asimilaba el valor del servicio docente, ante las muchas dificultades de ejercerlo. Hallar el disfrute en un sacrificio voluntario hizo más digerible aquella consigna de mis cursos familiares.

 

En cuanto al giro turístico tuve dos empleos en Cancún, uno mesereando en el antro Tequila Rock y otro como animador en el barco Pirate’s Night. En un extremo encontré un gran respeto por el gremio, el hábito de dar mejores propinas y tolerancia a los modos ajenos de pedir atención; pero en el antagonismo conocí algunas mañas del tiburoneo -ligarse a turistas de edad-, de soborno para que te asignen buenas mesas y de esas aplicables en las cuentas o con tarjetas bancarias.

 

Cuando llegué a buscar trabajo en San Cristóbal, presumir lo anterior me consiguió chamba para una noche mexicana, aunque delaté mi inexperiencia al tirar una charola llena de muppets de tequila. En cambio, mientras ayudaba detrás de la barra del bar Madre Tierra pude conocer vivencias auténticas de quienes sí podían ostentar servir a una causa como reporteros, observadores y bases de apoyo social.

 

Tener una causa para mi trabajo me impulsó a cambiar la creatividad en medios por la salud alternativa. También la necesidad de sanarme a mí mismo, pero en la práctica he encontrado una satisfacción impensable, la oportunidad de ayudar en serio con jornadas médicas en comunidades apartadas, así como la convicción de que el mayor apoyo está en saber escuchar y encauzar el proceso de cada persona.

 

Ahora sé que también se sana al comunicar. Este es el aspecto vocacional en mi trabajo de vida; lo sintetiza por ley de polaridad -todo tiene un par de opuestos de igual naturaleza, pero en diferente grado- y me carga de experiencia el alma; es lo que da origen al proyecto Tres Sentidos y la base donde me puedo ver, sin ningún pedo, viviendo para servir.

 

Tengo la certeza de cómo me sirven estas letras… Organizan mi aprendizaje como al dar clases o hacer mi tesis, me ofrecen algo de diversión en el sacrificio de confrontarme, me alertan a seguir mis principios de honestidad para no desviar la causa y me enfocan en la elevada responsabilidad de transmitir el conocimiento.

 

Tengo el anhelo de que estas letras te sirvan… Como espejo para detectar algunos vicios de carácter, de algún consuelo si en tus procesos presumes cosas igual de raras o estúpidas, como una guía con ciertas mañas para explorar los extremos de la personalidad, o al menos por la idea de agarrar con algo de humor la fuerte consigna de hacer de la vida todo un trabajo.

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