top of page
pexels-johannes-plenio-1118861_edited.png

VIAJE ESPEJO 1: SAN MIGUEL

T1 Espejo1_edited.jpg
T1 Espejo1_edited.jpg
T1 Espejo1_edited.jpg

Le llamo “viaje Espejo” al que refleja la experiencia de toda una Temporada. Al organizar el blog en mis años vividos en SanCris, Potrero y Huautla, brotaron similitudes con los meses que pasé en San Miguel, Guachochi y Europa; y a la vez, me vino el cliché de cuánto pude haber aprendido en esos veranos… de saber lo que ahora en mis otoños.

Las coincidencias, de inicio sorprendentes, dejaron de ser casualidades al darles el sentido de ser evidencia de un ciclo natural de aprendizaje; lo que no capté como estudiante, se repitió después con lecciones un poquito más intensas. Los tres posts de viajes Espejo sirven de resumen a los temas del blog, como a mí de repaso a los patrones adquiridos desde mi desmadre juvenil.

Mi verano de 1994 en San Miguel de Allende, refleja el año que viví en San Cristóbal por lo bien que la pasé. Fui con la intención de tomar talleres en la escuela de Bellas Artes -alfarería en torno y pantomima- y trabajar de mesero para mantenerme. El lugar me ofreció, por su parte, una etapa muy alegre entre fiestas, grandes amistades y su energía que, bueno… ostenta su atractivo desde las fotos turísticas hasta el pretencioso costo de su ambiente multicultural.

Así como en SanCris, llegué a SanMike en busca de algo más propio y cargado de un paquete sicológico, que igual incluía mi nuevo juego de máscaras como universitario y el fin de otra relación de lejos. En este proceso de poner a prueba mi personalidad incipiente, el desmadre ayudó a reforzar mi confianza y a explorar mis facetas entre personas que también resultaron brillantes y confrontativas.

Ambos lugares me remiten con ligereza al verdadero trabajo de vida conmigo. Al reto emocional que implicó afirmar el ego, tanto como exponerme a vulnerarlo; porque al rentar mi primer departamento descubrí que bien podría subsistir como mesero, actor o publicista, sin menosprecio al título o al sueldo; y, por otro lado, eso manifestaba mi confusión vocacional y el poco contacto interno al querer definirme sólo desde la mente.

Se decía de la carrera de Comunicación, que es un mar de conocimientos y un chapoteadero de profundidad. Y decía yo en otro post, que la profesión delata las carencias de sus estudiantes… en mi caso, de manera evidente. Al darle tal sentido a mis patrones, veo ahora que ese deseo de búsqueda eterna venía de cuánto me faltó ahondar en lo aprendido, en mis objetivos y en mis relaciones afectivas.

Al menos, por fresa, no me adentré entonces en explorar las drogas. En una libreta vieja encontré una carta, donde cuento la tentación de fumarme un paquetito de mariguana. Una porción similar, ya había producido una noche memorable por las quejas vecinales, la pesadez por un atasque de sandía camino al bar, y porque quedó testimonio gráfico -páginas antes de la carta- del debraye sobre el conejo de Morolión (sic) que nos hizo reír por días.

La sincronía entre estas temporadas de mi vida se engarza en amistades que, a pesar de nuestra ausencia de décadas, aún nos tenemos muy presentes. Porque no es casual hacerse de un hermano como Gabor, ni que Rosa me confrontara con mi rigidez esquemática o Sandra con mi búsqueda de ligue como una carencia afectiva; ni que fuera Tania a su vez, la relación de lejos que terminó antes de irme a San Cristóbal.

Estos dos lugares están llenos de creadores y de locos; como cierto músico que no daba la mano para no perder su vibra, o la anciana pareja de alcohólicos con quienes volví a montar la obra Pedro y el Capitán. Así que, al contarte más adelante sobre mi banda de SanCris, quizá se cuelen personajes de este verano que también son espejo de mis procesos.

Coincide, al planear este post, comentar en una publicación en Facebook que siempre sorprende descubrir la sincronía entre los procesos, porque nadie nos enseñó a notarla todos los días y a darle un sentido -como usar el tema para este texto-. Quizá eso ayudaría a darse cuenta de las lecciones de la vida, para no tener que repetirlas o generar patrones que dificultan el trabajo de aprendizaje personal… el que en verdad importa.

bottom of page